SALUTACIÓN A LOS LECTORES

Este blog de análisis y reflexión, nace con la pretensión de contribuir al debate sobre el futuro y la SOStenibilidad del Sistema Sanitario Público en España, desde la óptica de los valores y principios de la Bioética, asumiendo la calidad y la excelencia como imperativos éticos.

viernes, 1 de abril de 2011

LA SOBERBIA DEL ACÓLITO


En la Iglesia católica, la persona que ayuda al sacerdote en el altar.
Por extensión popular, el ayudante que se inicia en el conocimiento de un oficio, bajo la tutela del maestro y con la pretensión de aprender lo fundamental de esa actividad para ejercerla en el futuro.
Por su clara intención formativa, a los acólitos de entornos ajenos al litúrgico, se les denominó siempre aprendices.
La estructura laboral medieval, basada en los gremios, transmitía  las claves artesanales mediante esa forma de adiestramiento.
Era socialmente útil y garantizaba la continuidad de las distintas labores, con lo que estaban atendidas las necesidades colectivas.
Para la Medicina, lo expuesto no es ajeno. Ya en el Juramento Hipocrático (establecido por los discípulos de ese médico griego, del Siglo V a C) se declara  “Tendré al que me enseñó este arte en la misma estimación que a mis progenitores”, lo que autores contemporáneos, traducen como: “Guardaré a mis maestros el debido respeto y gratitud”
Una de las características de la juventud, ha sido siempre la impaciencia y el afán por acceder, cuanto antes, al anhelado estatus del que domina el arte. Esto es positivo porque fomenta el interés por la adquisición de las necesarias habilidades, pero, si se manifiesta de manera desmesurada y precipitada, aniquila la  esencia natural del procedimiento: impregnación lenta, pausada y segura, del caudal de conocimiento propio de una actividad concreta.
Las gentes, conocedoras de las prisas adolescentes, acuñaron hace tiempo la frase que da nombre a este artículo (la soberbia del acólito). Con esa síntesis gramatical, reflejaban y criticaban lo detestable que resulta aquél que, creyéndose inmediatamente tan capaz o más que su maestro, muy prematuramente lo cuestiona o ridiculiza, exigiendo su misma consideración, respeto y remuneración.
En el específico campo de la enseñanza médica especializada, sucede a veces que, los que están en periodo de formación o, peor aún, otros sanitarios con menor preparación (en contenido, calado y duración) se muestran intransigentes y ácidamente críticos con quienes trabajan, y de quienes pueden y deben aprender.
Al cuestionar constantemente la figura del médico experimentado, proyectan una patética imagen, mostrándose como auténticos “seudo-enterados” y reflejando, a veces ante los propios enfermos, una mezcla de malsano deseo de protagonismo, vehemencia y resentimiento por no ser ya, como el que denostan.
Supongo que ocurrirá algo parecido en otros ámbitos laborales y considero lamentable que la excesiva tolerancia hacia esa equivocada actitud, prive a la sociedad de los auténticos y templados profesionales que necesita.
Hasta la mejor fruta, precisa tiempo para madurar. Cierto es que el saber está en los libros… y ahora, también en la red, pero, salvo para excepcionales genios, el mecanismo del aprendizaje tiene mucho de observación, imitación, repetición, acierto, error, adquisición de hábito y de técnica, y… bastante paciencia.
Solo terminar señalando, por si existe alguna duda, que nada es más saludable que el sometimiento de todos al juicio crítico de los demás, incluidos médicos, catedráticos, arquitectos, jueces, notarios, economistas, periodistas, ingenieros, arquitectos, etc, con cualquier edad, antigüedad o recorrido profesional… lo uno, no anula lo otro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario