SALUTACIÓN A LOS LECTORES

Este blog de análisis y reflexión, nace con la pretensión de contribuir al debate sobre el futuro y la SOStenibilidad del Sistema Sanitario Público en España, desde la óptica de los valores y principios de la Bioética, asumiendo la calidad y la excelencia como imperativos éticos.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Educación, apoyo y financiación



Por la experiencia adquirida en la crianza, y fruto de mi andadura como padre, entiendo que, en la formación de los hijos, existen dos etapas claramente diferenciadas: desde que nacen hasta que alcanzan la mayoría de edad y desde ese instante, hasta que se independizan definitivamente… en el caso de que llegue el momento, tal y como está el panorama para la gente joven.
Lo anterior, sin olvidar que los vínculos con los hijos no  desaparecen nunca, dado que suelen constituir la  contribución al mundo, de la que nos sentimos más  satisfechos. Desde que el recién nacido, impulsado por un acto reflejo-instintivo, se nos agarra fuertemente al dedo pulgar, nunca ya se  soltará… ¡así es la paternidad!
En el primero de esos dos periodos, lo fundamental es la transmisión de destrezas y valores: sin aquellas no habrá crecimiento ni supervivencia y sin éstos, no se formarán como personas maduras.
Educar en valores éticos (libertad, dignidad, generosidad, responsabilidad, honestidad, justicia, tolerancia, altruismo, solidaridad, respeto, tenacidad, civismo, esfuerzo, veracidad, objetividad, etc.) es imposible, si se intenta hacerlo sin presencia. Son criticables los padres ausentes y los "escapistas", que creen acertar encargando el cuidado y la formación a terceras personas.
También suele ser lamentable la manifiesta falta de coherencia. Los niños son ingenuos pero no torpes, detectando nuestras contradicciones y falsedades con extraordinaria rapidez y sutileza, reconocen como válido sólo aquello que nos ven practicar, con independencia del discurso que les intentemos implantar. La educación tiene mucho de imitación.
Además, es imprescindible la escolarización, que representa el otro gran elemento integrador y transmisor de cultura: casa, escuela, familia y sociedad, se complementan necesariamente sin sustituirse.
Los infantes necesitan valores familiares y comunitarios porque vivirán en sociedad (otro ejemplo más de lo cercanas que están la educación y la sanidad: también  la medicina de familia y comunitaria es el pilar asistencial fundamental).
Sin la formación colectiva, compartiendo aula, patio, deporte, ocio, aciertos y fracasos, no serán comunicativos, asertivos, ni integradores, deviniendo en egoístas y auto-referenciales.
Cumplidos los 18 años, las bases deben estar establecidas y consolidadas, siendo ya escasa la aceptación y eficacia de los consejos paternos. Sin embargo, y paradójicamente, es ahora cuando demandarán un mayor esfuerzo económico: deseos de viajar y conocer, compromisos sociales y afectivos, necesidades de preparación y capacitación profesional, estudios universitarios, etc.
Dejaron de ser niños y adolescentes, llegando a jóvenes adultos, con criterio, proyectos y ambiciones… pero no generan ingresos, sino todo lo contrario: muchos gastos.
Superada la fase de las advertencias… ahora son imprescindibles el apoyo y la financiación.
Hay que respetar sus preferencias, apoyar sus decisiones, animar sus ilusiones y financiar sus aspiraciones académicas, siempre que se pueda, claro está.
Nunca nos vamos a arrepentir de haber invertido en nuestros hijos. No nos queda otra, si pretendemos ser “los mejores padres”.









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