SALUTACIÓN A LOS LECTORES

Este blog de análisis y reflexión, nace con la pretensión de contribuir al debate sobre el futuro y la SOStenibilidad del Sistema Sanitario Público en España, desde la óptica de los valores y principios de la Bioética, asumiendo la calidad y la excelencia como imperativos éticos.

viernes, 24 de enero de 2014

El civismo como signo de progreso






Su deficiencia constituye en nuestro país un secular estigma que se percibe y sufre en todas partes, no existiendo manera de zafarse. Da igual que evitemos determinados entornos geográficos, urbanos, sociales o laborales: la ausencia de un avanzado civismo abunda en cualquier ambiente y nunca pasa desapercibida.
Contrariamente a lo que se piensa, no es sólo cuestión de  apellidos o antepasados, ni de capacidad adquisitiva, ni del barrio donde se vive o el colegio en el que se estudió, ni de la procedencia (campo, huerta,  aldea, pueblo o ciudad), ni siquiera de la formación universitaria recibida, no son seguras ni infalibles esas correlaciones, aunque todo cuenta, ¡claro está!
Nos la topamos en el taxi, en la parada y dentro del bus, en el metro, en el club social o deportivo, en el lugar de trabajo, por la calle, en el restaurante, en el ascensor, en el concierto, en el cine, en la cafetería y en el bar de copas, en el teatro, en la playa, en la piscina, en la reunión de la comunidad de propietarios,  en la gasolinera, en el kiosco de prensa, en la estación de ferrocarril y en el aeropuerto, en la oficina de cualquier  administración, en el hotel, en el instituto y en la facultad, en el juzgado, en el centro de salud y en el hospital…
¿Cómo es posible que hayamos avanzado tan poco en esto, habiendo logrado tanto en otros muchos aspectos?
La mayoría cumplimos con nuestras obligaciones profesionales, somos aseados, vestimos con corrección, viajamos de vez en cuando, nos intentamos alimentar con buen criterio, hacemos ejercicio, frecuentamos lugares de ocio, valoramos el arte, nos manifestamos pacíficamente, poseemos algún nivel de instrucción y manejamos con cierta dificultad los nuevos artilugios tecnológicos.
A la hora de las opciones políticas predomina la moderación: centro-izquierda/centro-derecha.
Seguimos pagando impuestos y tolerando que muchos no los paguen, atendemos estoicamente filípicas llenas de contradicciones y falsedades (hasta el extremo de insultar gravemente a la inteligencia humana), votamos mayoritariamente, cada vez que somos convocados a las urnas, en un loable ejercicio de ciudadanía, nos apretamos el cinturón, aún viendo derrochar a quienes nos lo imponen, cumplimos las leyes, a pesar de saber que hay tanto delincuente en libertad, atendemos a los vencimientos de nuestros préstamos e hipotecas, por coherencia con lo comprometido y por vergüenza torera, no sólo por miedo al desahucio, intentamos sobrevivir con esfuerzo y procuramos un buen futuro para nuestros hijos, incluso animándoles a que se esfuercen, preparando duras oposiciones, a sabiendas de que la gran mayoría de los que más dinero acumulan, nunca las aprobaron.
¿Conformamos una sociedad, en la que predomina la  “buena gente”, no exageradamente cívica y mal gobernada? ¿Es ésa nuestra fotografía colectiva?
Sí, así lo creo: al defraudar al fisco, nos mostramos como pillos pero no somos insumisos. Cuando nos quejamos, protestamos más que exigimos. Al enjuiciar, descalificamos sin argumentar lo suficiente. Confundimos el derecho con el interés, la razón con la conveniencia, el respeto con el temor y el aprecio con la adulación… pero hemos construido una sociedad libre y democrática, aunque esté muy lastrada por la “nomenclatura” que soportamos.
Los objetivos para el futuro inmediato: erradicar la lacra del paro, incrementar las expectativas económicas personales, familiares y nacionales, salvar lo esencial del estado de bienestar, recuperar la confianza en la clase política (imprescindible reducir su número, drásticamente), volver a creer en la justicia y un rearme ético y cívico, con especial empeño en la escuela, la capacidad crítica y la formación… pero en valores útiles para todos, no exclusivamente en ésos que algunos tanto añoran, repitiendo machaconamente que se han perdido.







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